Una de las enfermedades del grupo de trastornos de la ansiedad corresponde al trastorno de pánico, el cual posee tres elementos centrales: La expectación ansiosa, las conductas de evitación y las crisis de pánico. Quienes han padecido estos trastornos difícilmente olvidan la experiencia.
Las crisis de pánico son períodos de tiempo en los que una persona padece, de una manera súbita, aislada y sin posibilidad de predecirlo; un cuadro intenso de miedo, ahogo, temor o malestar, acompañado a veces de dolor abdominal, sudoración, mareos y pérdida de visión, seguidos por un miedo extremo de muerte inminente, desfallecer o perder el control. La duración es variable y puede oscilar entre los 10 y los 30 minutos.
Generalmente se manifiestan de manera inesperada alcanzando su intensidad máxima luego de 10 minutos. Pueden llegar a ser invalidantes e implicar un deterioro importante en la calidad de vida de las personas que lo padecen.
Estos episodios, pueden prolongarse por más tiempo si se desencadenan debido a una situación en que la persona no es, o no se siente, capaz de escapar; lo que puede generar desesperación.
Qué hacer frente a una crisis de pánico
Durante la crisis de pánico, el sistema nervioso autónomo está fuera de control y rápidamente hay que tranquilizarlo, transmitiendo en lo posible la sensación de que no hay peligro y que no ocurre nada grave.Es importante intentar cambiar el foco de atención para que estos síntomas disminuyan. La mejor forma de hacerlo es: